¿Se han puesto a analizar lo difícil que resulta expresar los sentimientos en una cuartilla? Lo realmente interesante que se puede derivar de la pregunta anterior es la segunda interrogante lógica: ¿Somos conscientes de que es necesario expresarlos?.
Pues sí, queridos amigos, es totalmente necesario expresarlos. El escritor de montón se limita al sentido de la vista, nos relata una aglomeración de imágenes sucesivas que van hilvanando la historia. Hablamos del escritor sordomudo, el que cuando escribe se olvida que las personas reaccionan a estímulos que se convierten sensaciones, las cuales provocan emociones que se traducen en sentimientos. Las sensaciones las experimentamos a flor de piel, las emociones se entretejen en nuestro cerebro, mientras que los sentimientos emergen del alma.
Todo esto se dice muy sencillo, pero la verdad es que resulta una tarea titánica expresar nuestros sentimientos mientras escribimos, más debido a que desde pequeños se nos ha enseñado a ocultarlos.
Seamos conscientes de que el escritor de madera se limita a decir: “estaba muy alegre esa tarde”, mientras que el artista pone a su personaje a dar pasitos de baile con el cuello de la camisa levantado.
En fin, ninguno de nosotros es ajeno a los sentimientos, y el lector tiende a identificarse y contagiarse con el estado anímico del autor. No basta con “sentir”, es necesario saber plasmarlo en el papel. No se trata de explicar los sentimientos, sino de que la persona que nos lee, experimente hasta en su última fibra nerviosa lo que estamos tratando de transmitir.
Maikel Nieves
Pues sí, queridos amigos, es totalmente necesario expresarlos. El escritor de montón se limita al sentido de la vista, nos relata una aglomeración de imágenes sucesivas que van hilvanando la historia. Hablamos del escritor sordomudo, el que cuando escribe se olvida que las personas reaccionan a estímulos que se convierten sensaciones, las cuales provocan emociones que se traducen en sentimientos. Las sensaciones las experimentamos a flor de piel, las emociones se entretejen en nuestro cerebro, mientras que los sentimientos emergen del alma.
Todo esto se dice muy sencillo, pero la verdad es que resulta una tarea titánica expresar nuestros sentimientos mientras escribimos, más debido a que desde pequeños se nos ha enseñado a ocultarlos.
Seamos conscientes de que el escritor de madera se limita a decir: “estaba muy alegre esa tarde”, mientras que el artista pone a su personaje a dar pasitos de baile con el cuello de la camisa levantado.
En fin, ninguno de nosotros es ajeno a los sentimientos, y el lector tiende a identificarse y contagiarse con el estado anímico del autor. No basta con “sentir”, es necesario saber plasmarlo en el papel. No se trata de explicar los sentimientos, sino de que la persona que nos lee, experimente hasta en su última fibra nerviosa lo que estamos tratando de transmitir.
Maikel Nieves